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Abre tu Evangelio; mirátelo y toma apuntes de lo que te diga. Ten la bondad de mirar estas notas mías. Ahora -dijo- busca primero en el Evangelio de San Mateo 6,5 -9 y lee . Ves como aquí tenemos la preparación o la introducción, enseñando que debemos ponernos a rezar no por vanagloria y ruidosamente, sino en silencio y en lugar solitario; y que debemos rezar sólo por el perdón de los pecados y la comunión con Dios, y no inventar infinidad de demandas innecesarias sobre cosas temporales, como hacen los gentiles. Luego, lee más adelante en el mismo capítuloMateo 6, 9-14, Aquí se nos da la forma de la oración, es decir, en qué términos debe ser expresada. Ahí tienes reunido con gran sabiduría todo lo que es necesario y deseable para nuestra vida. Después, continúa leyendo los versículos Mateo 6, 14-15 y verás las condiciones que es necesario observar para que la oración sea eficaz. Ya que Dios no perdonará nuestros pecados a menos de que perdonemos a los que nos han agraviado. Pasa ahora al capítulo Mateo 7, 7-12séptimo, y hallarás, del ve cómo tener éxito en la oración, cómo ser intrépido en la esperanza: pedid, buscad, llamad. Estas expresiones enérgicas describen la frecuencia en el rezo y el apremio a practicarlo, de tal modo que la oración no sólo acompañe toda acción sino que incluso la preceda en el tiempo. Esto constituye la principal propiedad de la oración. Verás un ejemplo de ello en el capítulo decimocuarto del Evangelio de San Marcos,14 ,32-40 , donde el propio Jesucristo repite a menudo las mismas palabras de la oración. El Evangelio de San Lucas,11,5-14 da un ejemplo parecido de oración repetida en la parábola del amigo importuno, y en el ruego repetido de la viuda que ilustra la orden de Jesucristo de que debemos orar siempre, en todo momento y en todo lugar, y no abandonarnos al desaliento, es decir, a la pereza. Después de esta detallada enseñanza, es el Evangelio de San Juan el que nos muestra la enseñanza esencial acerca de la secreta oración interior del corazón. Ello se nos ilustra, en primer lugar, en el profundo relato de la conversación de Jesucristo con la samaritana, donde es revelada la adoración interior a Diosen espíritu y en verdad que Dios desea, y que consiste en la verdadera oración continua, como una fuente de agua viva que salta hasta la vida eterna. Más adelante, Juan 15,4-8, se nos describe más decididamente aún la fuerza, el poder y la necesidad de la oración interior, es decir, de la presencia del espíritu en Cristo, en conmemoración incesante de Dios. Finalmente, lee Juan 16 23-25 Fíjate qué misterio se nos revela allí. Tú observas que la Oración de Jesús, cuando se repite con frecuencia, tiene la mayor fuerza y con gran facilidad abre el corazón y lo santifica. Esto puede observarse muy claramente en el caso de los Apóstoles, que habían sido discípulos de Jesucristo durante todo un año, y a quienes Él ya había enseñado el Padre Nuestro (que conocemos a través de ellos); pero al término de su vida terrena, Jesucristo les reveló el misterio que aún faltaba en sus oraciones. A fin de que su oración pudiese dar un claro paso adelante, les dijo: Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre. En verdad, en verdad os digo: Cuanto pidierais al Padre en mi nombre os lo dará. Y así sucedió en su caso. Puesto que, siempre ya luego, cuando los Apóstoles hubieron aprendido a ofrecer oraciones en el Nombre de Jesucristo, ¡cuántas obras maravillosas realizaron y cuán abundante luz fue derramada sobre ellos! ¿Ves ahora el encadenamiento, la plenitud de la enseñanza acerca de la oración depositada con tanta sabiduría en el Santo Evangelio? Y si sigues después con la lectura de las Epístolas de los Apóstoles, puedes encontrar en ellas también la misma enseñanza consecutiva acerca de la oración.
Como continuación a las notas que ya te he dado, te mostraré varios pasajes que ilustran las propiedades de la oración. Así, en los Hechos de los Apóstoles se describe su práctica, es decir, el constante y diligente ejercicio de la oración de los primeros cristianos, que fueron iluminados por su fe en Jesucristo Se nos refieren los frutos de la oración o el resultado de estar constantemente en oración, es decir, la efusión del Espíritu Santo y de sus dones sobre los que rezan. Verás algo parecido a esto en el capítulo decimosexto, versículos veinticinco y veintiséis. Luego, sigue por orden las Epístolas de los Apóstoles, y verás: Primero, cuán necesaria es la oración en toda circunstancia segundo, cómo el Espíritu Santo nos ayuda a rezar, tercero, cómo todos debemos rezar en espíritu cuarto, cuán necesarias son la tranquilidad y la paz interior para la oración quinto, cuán necesario es rezar sin cesar ; y sexto, que no debemos rezar sólo por nosotros mismos, sino por todos los hombres Y de este modo, consagrando largo tiempo a extraer con gran cuidado el significado, podemos encontrar aún muchas más revelaciones del conocimiento secreto que se oculta en la Palabra de Dios, el cual se nos escapa si sólo la leemos de vez en cuando o por encima.
¿Te das cuenta, después de lo que te acabo de indicar, con qué sabiduría y qué método revela el Nuevo Testamento la enseñanza de nuestro Señor Jesucristo sobre la materia que hemos estado investigando?; ¿en qué maravillosa secuencia está expuesta en los cuatro evangelistas? Es de este modo: En San Mateo vemos el acceso, la introducción a la oración, la forma concreta de ésta, las condiciones de la misma, y así sucesivamente. Sigamos adelante. En San Marcos encontramos ejemplos; en San Lucas, parábolas; en San Juan, el ejercicio secreto de la oración interior, aunque esto también se encuentre en los otros evangelistas, bien sea brevemente bien por extenso. En los Hechos se nos describen la práctica de la oración y sus resultados; en las Epístolas de los Apóstoles y en el propio Apocalipsis, muchas propiedades asociadas inseparablemente con el acto de rezar. Y ahí tienes la razón por la cual los Evangelios me bastan como maestro en todos los caminos de la salvación.